Hay que reflexionar sobre el marcado racismo que presenta la Sra. exjefa provincial ahora
en la fiscalía General como vicefiscal General por su puesto no ha sido por
meritos propios todo lo contrario es por el enorme empuje que se ha ejercido
por familiar desde el órgano que dirige a la sociedad actual cubana.
Golpeó a más de 12 jefes afrodecendientes los que no
respiraron hasta que se fueron o la racista viceFiscal General
Peña Ojeda les creo un artificial montaje y los hizo saltar de su puesto de
trabajo mediante una artimaña los ejemplos sobran:
1=A la jefa de Municipal de Guanabacoa por el hecho de
conocer a Alexander uno de los integrantes del conocido conjunto musical Gente
de Zona la desapareció de la
Fiscalía ; la saco de inmediato;
2=a la jefa de regla que por obra y gracia salio por el
periódico Tribuna de la Habana
en la pagina cultural, le creo un caso con un expediente en una gaveta de su
buró y la desapareció también, fue a parar con un cargo inferior a la Fiscalía de la Lisa.
3=decir, con el caso de Carlos Lage Dávila el exvice
presidente del Consejo de Estado y secretario del Consejo de Ministro, de ese
caso se hablo durante un largo periodo de tiempo en la Fiscalía provincial, la
fiscal que tramito la utilidad y necesidad de un menor de edad que su madre tramitaba la
vivienda de este menor ubicada en el
municipio de Boyeros específicamente en Fontanar; casa con magnificas
condiciones pero que era necesario permutar para la Provincia de Matanzas donde
realmente vivía el menor de edad con toda su familia; pues bien cuando estalló
la bomba del vicepresidente; aprovecho la exjefa Provincial Yamila Peña Ojeda y
arremetió contra la Fiscal
municipal de tal forma que trascendió en todos los Fiscales municipales de
forma negativa.
Por su puesto; si los hechos narrados sucintamente aquí les
sucedía a uno que no era afrodecendiente entonces era diferente se le reía la
gracia, o se le pasaba la mano diciendo ¡Oyee... caquita niñito/a eso no lo
hagas más así de ese modo…!; o se le invitaba
a tomar un buen café del pantry después de una “fructífera” conversación que no
redundaba ni se pronunciaba palabra alguna sobre el hecho acontecido y por lo
cual fue llamado/a a la oficial de la exjefa provincial Yamila Peña Ojeda, eso
era en todos los casos. Por supuestos ninguno eran afrodecendientes.
TODOS LOS FISCALES ENUMERADOS ERAN AFRODECENDIENTES.
HAY QUE
DECIR;
Hablar de la contribución de las razas humanas a la
civilización mundial podría causar sorpresa en una serie de capítulos
destinados a luchar contra el prejuicio racista. Sería vano haber consagrado
tanto talento y tantos esfuerzos en demostrar que nada, en el estado actual de
la ciencia, permite afirmar la superioridad o inferioridad intelectual de una
raza con respecto a otra, si solamente fuera para devolver subrepticiamente
consistencia a la noción de raza, queriendo demostrar así que los grandes
grupos étnicos que componen la humanidad han aportado, en tanto que tales,
contribuciones específicas al patrimonio común.
Pero nada más lejos de nuestro propósito que una empresa
tal, que únicamente llevaría a formular la doctrina racista a la inversa.
Cuando se intenta caracterizar las razas biológicas por propiedades
psicológicas particulares, uno se aleja tanto de la verdad científica
definiéndolas de manera positiva como negativa. No hay que olvidar que
Gobineau, a quien la historia ha hecho el padre de las teorías racistas, no
concebía sin embargo, la «desigualdad de las razas humanas» de manera
cuantitativa, sino cualitativa: para él las grandes razas primitivas que
formaban la humanidad en sus comienzos —blanca, amarilla y negra— no eran tan
desiguales en valor absoluto como diversas en sus aptitudes particulares. La
tara de la degeneración se vinculaba para él al fenómeno del mestizaje, antes
que a la posición de cada raza en una escala de valores común a todas ellas.
Esta tara estaba destinada pues a castigar a la humanidad entera, condenada sin
distinción de raza, a un mestizaje cada vez más estimulado. Pero el pecado
original de la antropología consiste en la confusión entre la noción puramente
biológica de raza (suponiendo además, que incluso en este terreno limitado,
esta noción pueda aspirar a la objetividad, lo que la genética moderna pone en
duda) y las producciones sociológicas y psicológicas de las culturas humanas.
Ha bastado a Gobineau haberlo cometido, para encontrarse encerrado en el
círculo infernal que conduce de un error intelectual, sin excluir la buena fe,
a la legitimación involuntaria de todas las tentativas de discriminación y de
explotación.
Por eso, cuando hablamos en este estudio de la contribución
de las razas humanas a la civilización, no queremos decir que las aportaciones
culturales de Asia o de Europa, de África o de América sean únicas por el hecho
de que estos continentes estén, en conjunto, poblados por habitantes de
orígenes raciales distintos. Si esta particularidad existe —lo que no es
dudoso— se debe a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas, no a
aptitudes distintas ligadas a la constitución anatómica o fisiológica de los
negros, los amarillos o los blancos.
Pero nos ha parecido que, en la medida en que esta serie de
capítulos intentaba corregir este punto de vista negativo, corría el riesgo a
la vez de relegar a un segundo plano un aspecto igualmente fundamental de la
vida de la humanidad: a saber, que ésta no se desarrolla bajo el régimen de una
monotonía uniforme, sino a través de modos extraordinariamente diversificados
de sociedades y de civilizaciones. Esta diversidad intelectual, estética y
sociológica, no está unida por ninguna relación de causa-efecto a la que existe
en el plano biológico, entre ciertos aspectos observables de agrupaciones
humanas; son paralelas solamente en otro terreno.
Pero aquella diversidad se distingue por dos caracteres
importantes a la vez. En primer lugar, tiene otro orden de valores. Existen
muchas más culturas humanas que razas humanas, puesto que las primeras se
cuentan por millares y las segundas por unidades: dos culturas elaboradas por
hombres que pertenecen a la misma raza pueden diferir tanto o más que dos
culturas que dependen de grupos racialmente alejados. En segundo lugar, a la
inversa de la diversidad entre las razas, que presenta como principal interés
el de su origen y el de su distribución en el espacio, la diversidad entre las
culturas plantea numerosos problemas, porque uno puede preguntarse si esta
cuestión constituye una ventaja o un inconveniente para la humanidad, cuestión
general que, por supuesto, se subdivide en muchas otras.
Al fin y al cabo, hay que preguntarse en qué consiste esta
diversidad, a riesgo de ver los prejuicios racistas, apenas desarraigados de su
base biológica, renacer en un terreno nuevo. Porque sería en vano haber
obtenido del hombre de la calle una renuncia a atribuir un significado
intelectual o moral al hecho de tener la piel negra o blanca, el cabello liso o
rizado, por no mencionar otra cuestión a la que el hombre se aferra
inmediatamente por experiencia probada: si no existen aptitudes raciales
innatas, ¿cómo explicar que la civilización desarrollada por el hombre blanco
haya hecho los inmensos progresos que sabemos, mientras que las de pueblos de
color han quedado atrás, unas a mitad de camino y otras castigadas con un
retraso que se cifra en miles o en decenas de miles de años? Luego no podemos
pretender haber resuelto el problema de la desigualdad de razas humanas
negándolo, si no se examina tampoco el de la desigualdad —o el de la
diversidad— de culturas humanas que, de hecho si no de derecho, está en
la conciencia pública estrechamente ligado a él.
TITULO.
La xenofobia de la Vicefical General Yamila Peña Ojeda es extrema, no hay nada comparable con sus extremos con todos los sufrimientos y el dolor de la Fiscales afrodecendientes que han padecido por culpa de esta señoría; ustedes se preguntaran ¿Es que no hay vista para ver lo que sucedió durante su periodo en la Provincia de la Habana en Cuba?
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